
«Son chicos que ponen mucho sacrificio y es una forma de cuidarlos»
«Rolo» Mohamed se acercó ayer a la pensión del Club Atlético Huracán para hacer una donación de acolchados para las camas de los chicos que viven allí. Previamente, había entregado frazadas meses atrás.
En este acto solidario estuvieron presentes Isabel Losas, encargada de la pensión desde principios de 2018, y varios chicos que viven en la pensión: Sebastián Ferru, Nicolás Galgaro, Sebastián Ramírez, Adrián Chaves, Eduardo Melo, Ignacio Cortés, Tomás Vega, Jonathan Ott, Lucas Molina y Rodrigo Cabral.
El hermano del «Turco» Mohamed es el fundador de «Resiliencia», Tratamiento integral en adicciones, que dirige junto a su esposa. Esta organización surgió luego de que él mismo pudiera salir de la adicción que tuvo durante varios años de su vida, como una forma de ayudar a quienes hoy pasan por el mismo problema y buscan ayuda para salir adelante. En resumidas palabras, Resiliencia «es la capacidad de reinventarse, de transformar el dolor de uno en la fuerza motora».
– ¿Cómo comenzaste con las donaciones para la pensión del club?
– Comenzó como una forma de agradecimiento. Hace unos meses fui con los chicos de Resiliencia a La Quemita y el cuerpo técnico de Alfaro y los jugadores del plantel profesional nos recibieron y charlaron con los chicos, se sacaron fotos y también les regalaron remeras de entrenamiento. Después de ese gesto que tuvieron, me acerqué a la pensión para saludar a los chicos y pasar la tarde con ellos y merendar juntos. Ese día le pregunté a Isabel Losas, la encargada de la pensión, qué necesitaban los chicos, y me dijo que necesitaban frazadas porque hacía mucho frío, y al poco tiempo se las traje. Y ahora con los acolchados también, hice lo mismo. Es como un mimo para los chicos porque muchos están lejos de las familias, y gestos así les sacan una sonrisa.
– ¿Qué significa para vos poder colaborar así?
– Con Hernán Folchi, Presidente de La Quemita, habíamos hablado para hacer charlas con los chicos. Soy director de una fundación que se llama Resiliencia, que es un centro para prevención de adicciones. Yo pude salir de la adicción a las drogas y creo que este fue el camino que elegí para ayudar a los demás. Con Hernán nos pareció una buena idea informarle a los chicos sobre lo que se trata el mundo de las adicciones, porque si bien juegan al fútbol, no están alejados de eso. El año pasado hicimos charlas en todas las divisiones inferiores y siempre la pensión me llamó mucho la atención, porque son chicos que ponen mucho sacrificio, porque están lejos de su familia. Es una forma de cuidarlos con las charlas. Para mí, es un mimo poder darles las frazadas en su momento, y ahora los acolchados, para que no se sientan solos. A mi me gustaría que el día de mañana, si uno llega a jugar en Primera, que algún día tenga estos actos con el resto de los chicos. El mensaje sería que los chicos que están ahora, recuerden que en algún momento otros chicos van a ocupar su lugar y que tengan gestos así sería lindo para poder darle un poco de cariño a los que vengan.
– ¿Cómo reciben los chicos tus visitas?
– Ellos están felices, de verme a mí o a cualquiera. Acá también puede haber un mensaje para los hinchas o la gente en general, que pueden venir a pasar a tarde con ellos a tomar la merienda, no es necesario que traigan cosas. Lo más importante es que poder compartir momentos lindos y que ellos no se sientan solos. Los chicos siempre agradecen a quienes se acercan para acompañarlos.
– ¿Cómo surgió la idea de crear una fundación?
– Yo consumí durante muchos años y me costó mucho salir, y lo vi como última posibilidad cuando yo me empecé a recuperar. Hice el curso de operador terapéutico y empecé a trabajar en otras fundaciones. Encontré un amor que era inigualable, yo sin darme cuenta estaba ayudando a otro chico a salir de las drogas y así, a los 37 años, encontré mi profesión, lo que me hacía feliz, y fue fantástico. Yo estaba ayudando a un chico a salir de su adicción y su hermano Sebastián me dijo que hiciera una fundación que el me ayudaba en lo económico. Ahora él es mi socio. Lo dudé un poco al principio, pero le dimos para adelante y ya tenemos un año y medio trabajando juntos. Y, hablando en términos futbolísticos, soy técnico-jugador, ya jugué en ese infierno y ahora me toca dirigir para que los chicos salgan.
– ¿Qué rol cumple tu familia en la construcción de la fundación?
– Mi mujer y mis hijas son todo. Marisa, mi mujer, dirige la fundación conmigo. Ellas son las que nunca me abandonaron, estuvieron a mi lado en los peores momentos y son el motor por el cual yo sigo adelante. Yo puse lo que tenia que poner para salir de la adicción, pero ellas me salvaron la vida, sin ellas yo no estaría contando este cuento que es una realidad.
Maira Arrojo