
Russo, del Anonimato a las Marquesinas
Las grandes campañas que tejía Huracán generaban que las portadas de diarios y revistas tuvieran a nuestros atacantes y defensores más rutilantes en tapa. Y es ahí cuando en el hueco de la media cancha aparece Francisco “Fatiga” Russo, siempre cortando al rival, pasando el balón y distribuyendo el juego a los costados con toques simples y certeros.
Russo tenía 17 años cuando pasó de Central Córdoba de Rosario a Tigre, donde realizó un excelente trabajo. Pese a su rendimiento, el equipo de Victoria descendió y el destino lo puso a “Fatiga” en Platense, con muy buenas actuaciones.
Seijo, presidente quemero, cambió de planes en 1971 y reemplazó al cuerpo técnico Zubeldía-Bilardo por el joven Menotti, quien apenas había colaborado con el Gitano Juárez. En 1972, Seijo recomendó a César adquirir a Russo, por entonces con pase libre, a lo que Menotti no dudó. Este volante de andar cansino y pelo desalineado cubrió con creces el puesto de Maidana y Leone. Era de escasas y justas palabras, poca tenencia del balón y excelente distribución tras el quite. Pasaba inadvertido en los partidos, aunque los técnicos lo observaban y es así que Sívori lo pidió para que integrara la Selección.
Lo más importante para Francisco era estar atento a las necesidades que tenían su esposa, su hija Lorena y su hermano no vidente, que atendía un quiosco en Rosario. En las entrevistas siempre salían otros, cosa que a Russo no le molestaba en absoluto. Y en una época sin celulares ni computadoras había que esperar a la sexta edición o a que salieran las figuritas para conocer su rostro.
Solía pasar inadvertido. No estaba entre los que se retiraban del entrenamiento y recibían sonrisas, saludos y pedidos de autógrafos. Él mismo contaba que, en una ocasión en que paseaba por una juguetería junto a su esposa e hija, estas le pidieron las figuritas de Sabú y Brindisi ¡pero no quisieron la de Russo!
En una ocasión se quedaron a pelotear un rato entre Menotti, Roganti y el sanjuanino Del Valle, hasta que llegó Russo… y el “Flaco” lo echó a “Fatiga” diciéndole “¡Cómo vas a quedarte vos, con todo lo que corriste en el entrenamiento”!
Fatiga era así… cristalino y humilde. Un anónimo iniciador de jugadas que terminaban en gol, aunque él nunca saliera en la foto. En la Primera de Huracán jugó 167 partidos y convirtió seis goles. Su último encuentro lo jugó en el Nacional 75, ante Gimnasia de Mendoza.
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