
Roberto Bello. «Un historiador artesanal de nuestros tiempos viejos”
Corría el mes de febrero de 1932 y Benito Bello y su esposa Socorro estaban ajenos a que el día de Reyes de ese año había terminado el primer campeonato de futbol de la era profesional. Vivian en Liniers y esperaban ansiosos la llegada de su primer hijo.
El sábado 20 se produjo el acontecimiento esperado, y la pareja sintió una enorme felicidad. Le pusieron de nombre Roberto y eligieron de padrino a un sobrino de Socorro, Antonio, que vivía en Parque de los Patricios.
La designación del padrino fue trascendente en la vida de Roberto porque él fue el responsable de inculcarle el amor por el Globo. Desde muy pequeño su pasión fue incondicional y su cama siempre estuvo rodeada de fotos y recortes que hablaban de los Quemeros.
A los ocho años Roberto lavaba los vasos y hacia pequeñas diligencias en un bar-almacén del barrio para juntar unas monedas. Cuando tenía 20 centavos compraba El Grafico, y si solo tenía diez compraba “La Cancha”. Recuerda, como si lo estuviera volviendo a vivir, que la semana en que Herminio Masantonio fue tapa de “El Grafico”, por cumplir diez años vistiendo la camiseta de Huracán, no pudo comprarlo. El dueño del Almacén, que era muy hábil dibujando, para consolarlo, en un papel de envolver, le dibujó la figura del Mortero de Patricios.
Roberto con ese pliego forró su cuaderno de segundo grado. Un día falto su maestra y se hizo cargo de la clase el maestro Álvarez, que además era referí de futbol. Al ver ese cuaderno y entender la pasión que encerraba el humilde forro, a Roberto lo bautizó como “Masantonio” nombre por el cual lo llamarían –de ahí en más- sus compañeros de colegio. El apodo se extendió a la familia y hasta el día de hoy muchos familiares y amigos lo llaman por ese nombre.
Los caminos del amor son insondables y Roberto ubico en el centro de su pasión Quemera a Herminio Masantonio. Se casó con Santa Rosalía y al nacer su hijo varón le puso de nombre Herminio. Roxana –su hija mujer- tuvo suerte de que en ese entonces no podía ponerse libremente el nombre que uno quisiera. Quizás Roberto le hubiese puesto “Masa”.
Su devoción por el ídolo, que ya había abandonado el césped pero iba al Ducó a ver al Globo, hacia que cuando lo veía en la tribuna se acercara lo más posible a él, aunque no se animaba a hablarle.
Roberto nunca dejó de seguir a Huracán, en las buenas y en las malas, y se fue convirtiendo en un historiador artesanal. Recuerda nombres, resultados, cantidad de partidos y demás detalles de las campañas, sobre todo las del 30 y el 40. Archivó recortes y revistas y fue el principal impulsor para que yo concretara el libro “Herminio Masantonio, amor por la camiseta” la historia del que más goles marcó con el hermoso Globo de Newbery en la camiseta.
Este domingo 4 de octubre la Mutual de Veteranos lo homenajea en su tradicional asado en el Vico y Roberto tendrá 50 libros dedicados a la historia de su ídolo para regalárselos a los primeros asistentes que todavía no lo tengan.
Néstor Vicente
Subcomisión de Cultura