Huracán: 111 años de Historia y Grandeza
Historia Quemera
Institucional

Huracán: 111 años de Historia y Grandeza

Por Néstor Vicente, Presidente de la Subcomisión de Cultura de Huracán y Cultura AFA

Nacimos acunados por barrio y tango. Origen humilde y destino de grandeza. Como un barco amarrado al puerto de sus amores, así Huracán está unido al barrio que se convirtió en su lugar en el mundo. Pompeya lo vio nacer y Soldati le fue siempre fiel, pero Parque de los Patricios lo convirtió en el club más porteño de los que transitan los lugares trascendentes del fútbol argentino. César Luis Menotti dijo alguna vez que Huracán era «la hermosa excusa que encontró un barrio para ser feliz» y Horacio Ferrer lo definió como «una suerte de figurín entrañable de club bohemio, tanguero, fino y atorrante«.

El Padre de la Aviación Argentina, Jorge Newbery, nos hizo herederos de su heroísmo y coraje convertido en Globo. Emprendió su vuelo eterno poco antes de que Huracán debutara en Primera allá por 1914. El «Negro Laguna» al concretar en cancha de Ferro el primer gol quemero en la división más alta de nuestro fútbol, levantó su vista al cielo buscando la sonrisa cómplice de quien fue, a no dudarlo, el primer ídolo popular de la Argentina a principios del siglo XX.

La década del veinte llenó de estrellas el cielo huracanense y en el Mundial del ‘30 brilló Guillermo Stábile, que debajo de la camiseta nacional lucía con orgullo la camiseta de Huracán. Subcampeón del mundo y goleador del torneo. Una suerte de Messi de aquellos tiempos de la pelota de tiento.

Desde 1931 y hasta 1945, Herminio Masantonio fue el «Mortero del Globito» con 349 partidos y más de 250 goles. En esa época jugó el  gran Emilio Baldonedo inmortalizado en el tango «El sueño del Pibe» (ese que decía: «Mamita querida ganaré dinero, seré un Baldonedo, un Martino, un Boyé…«). Huracán, subcampeón de 1939, fue definido como «La Aplanadora»: hizo 97 goles en 34 fechas. En 1941 debutó un chiquilín de 18 años con piernitas combadas que hacía maravillas en la cancha y tenía un Globo en el corazón. Se llamaba Tucho Méndez.

Parque de los Patricios de fiesta, en 1940 para asombro de propios y extraños se inaugura la sede de la calle Caseros. La Memoria y Balance de ese año dice: “el barrio vivió la sede como un lugar privilegiado, por su modernidad, su lujo y los espacios para las diversas actividades”. Un año después Huracán es reconocido por la AFA como el sexto club al cual le corresponden tres votos en el Consejo Directivo. Nace el Sexto Grande que en el ’47 inaugura El Palacio, que en ese entonces no se llamaba Tomás Adolfo Ducó.

En ese lugar que ocupamos desde 1924 con la cancha de madera y que hoy disfrutamos sabiéndonos los dueños de uno de los espacios más espectaculares para ver fútbol, fuimos grito de campeón maravillados en el ’73 con el equipo de Menotti, el de Houseman y Brindisi. Años después, con el “Gitano Juárez” fuimos subcampeones con “Chocolate” Baley y el cordobés Ardiles.

Interminable sería mencionar a cada uno de los grandes jugadores de Huracán que pisaron el césped del Ducó, el mismo que acariciaron Maradona, Pelé y Messi. Hoy el Ducó luce renovado en sus vestuarios, brilla desde la imponente torre elevada en los tiempos del Art Decó.

Somos Julián Centeya y Ringo Bonavena, somos Homero Manzi y Horacio Ferrer, somos tango y cafetín de Buenos Aires. Somos Guillermo Barbieri y el flaco Riverol acompañando con sus guitarras a Gardel que cantó “Rosas de Otoño” en el vestuario del Huracán campeón de 1925.

Podemos hacer nuestros los versos de María Elena Walsh que cantaba la negra Sosa: “tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando”. Y memoramos al Turco Mohamed gritando el gol del ascenso en cancha de Los Andes o llorando de alegría con el triunfo en Mendoza. Recordar la racha goleadora de Gastón Casas, el juego elegante de Lucho González o la garra del “Chipi” Barijho.

Fuimos y somos un club social. El club es de los socios. Huracán nos da orgullo, identidad y pertenencia. En la sede y en el Campo de Deportes miles de chicos y chicas practican los diferentes deportes. Fuimos siempre inclusivos, democráticos y solidarios, estamos comprometidos en trabajar por la igualdad de género y fuimos pioneros en incorporar el fútbol femenino.

Hablando de pioneros, lo fuimos con nuestro stand en la Feria del Libro, donde llevamos doce años de presencia ininterrumpida… Y hablando de grandeza, cómo no mencionar que son más de ciento noventa los Huracanes en el mundo, muchos de ellos con nuestro Globo como insignia.

La patria futbolera guarda en su memoria a muchos de nuestros equipos: el del ‘28, la aplanadora del 39, el brillante conjunto del ’73 y el tiki tiki de Ángel Cappa, de Pastore, Bolatti, Paolo Goltz y Araujo.

Y como somos un Globo de volar sin miedo, tuvimos una experiencia extraterrestre. Hubo cuarenta días cuando moría el 2014 que estremecieron al planeta quemero. Marcos Díaz, Wanchope, Domínguez, Espinoza, el “Pity” Martínez y otros tantos “leones”, como le gustaba definirlos a quien los llevó de la mano: Néstor Apuzzo. Con ellos ganamos la Copa Argentina y regresamos a nuestro lugar. Como frutilla en la crema, en abril del año siguiente le ganamos la Supercopa al River de Marcelo Gallardo.

Y volvimos a las Copas Internacionales. Tres Libertadores y dos Sudamericanas. Subcampeones invictos de la Sudamericana del 2015, habiendo eliminado a River, otra vez al River de Gallardo. Cómo no recordar en el Ducó el golazo de Toranzo y el sombrerito de Wanchope a Barovero…

Y siempre el barrio y el clásico de barrio más grande del mundo. Un regalo de cumpleaños que hizo feliz al barrio y a los quemeros desparramados por el mundo. Un regalo que de tanto agradecerlo nos quedamos afónicos y de tanto aplaudirlo seguimos con las manos enrojecidas.

Tenemos trece estrellas y arcones llenos de historias que hablan de grandeza. Tenemos la pasión a 120 latidos por minuto. Somos la hinchada que alienta y sueña, el banderazo y la defensa de nuestra entrañable Quemita, que día a día crece y se supera a sí misma. Somos eso y mucho más.

Somos historia, presente y futuro. Somos un Globo que se eleva mientras millones de gargantas en el cielo y en la tierra gritan: Huracán, Huracán, Huracán.