#HistoriaQuemera ¿Sabías que Tomás Adolfo Ducó fue el presidente más reelecto de la historia de Huracán?
El Teniente Coronel Don Tomás Adolfo Ducó, nacido el 20 de septiembre de 1901, fue el presidente más reelecto de la historia ranera.
Llegó al poder en 1938 y fue reelecto luego en 1939, 1941, 1943, 1947 (aunque estas últimas elecciones fueron anuladas), 1952 y 1954, además de asumir en 1949 después de que el pope al mando, Pedro Torres, renunciara. De esta forma, fue reelegido seis veces, mientras que se erigió presidente en un total de ocho. Desde lejos en lo que hace a la estadística, aunque no con muy poca gloria, lo siguen Lorenzo Colonnello (ganó las elecciones anuales de 1915, 1916, 1917, 1918 y 1919, siendo el único que logró cinco consecutivas), Aldo Cantoni (1920, 1921, 1922, 1923 y 1933, logrando la Copa Estímulo 1920, los Campeonatos de Primera División 1921 y 1922 y Copa Ibarguren 1922 —cuatro primeras Estrellas del cielo de Patricios, siendo el gobernante más laureado—, más la Copa Consuelo 1933 y la Tercera Rueda el Campeonato de Primera División 1934, todo en fútbol mayor, además de edificar una estructura social, deportiva y, en definitiva, multiforme, muchísimo más amplia en líneas generales) y su sucesor Alfredo Lascano (1924, 1925, 1926, 1927 y 1929, quien continuó línea y logró los Campeonatos de 1925 y 1928 —finalizado en 1929— más la Copa Ibarguren 1925, siendo el segundo mandatario patricio más campeón del Parque), sendos tres con un total de cinco entronizaciones y cuatro reelecciones.
Sin embargo, los tantos pasos de Ducó por la madera de la oficina presidencial sita en la sede que él mismo levantó, como los de todos los en el presente escrito mencionados, lejos está de reducirse a un número (que a su vez lejos está de ser reducido: cumplió siete mandatos durante tres décadas distintas). En materia futbolística, logró un protagonismo súper marcado: campeón de Copa Adrián Escobar en 1943 y de la Competencia Británica de 1944, sumando la edición 1942 de la susodicha Adrián Escobar en medio de sus mandatos pero que no escapa a su legado (nota: asimismo fue subcampeón de aquélla en 1941), el de La Quema fue, con tres títulos oficiales de máxima categoría, el tercer elenco más gloriado de la década del cuarenta detrás de River con su Máquina (diez) y Boca con su poderío (ocho); además de ese equipo tan aguerrido y copero de aquel decenio, con jugadores de los más grandes de la historia quemera y del entero balompié argentino y mundial (si hasta Di Stéfano se hizo grande al mundo desde La Quema) en un paralelo con la Selección Argentina multi-campeona del huracanista Stábile, en el anterior inició el ciclo más exitoso de la historia del combinado patrio y con récord mundial de títulos absolutos ganados desde Huracán justamente con Don Guillermo debutando como entrenador en la inenarrable Aplanadora subcampeona de 1939 (luego campeonaría dos veces en el Globo, siendo junto a Laguna y Apuzzo en casa propia, así como en la Selección Argentina y la historia de todas las internacionales, el técnico más ganador); y en el siguiente logró el súper recordado y vistoso equipo de 1952 que peleó hasta el final y quedó tercero con el goleador del Campeonato (Eduardo Ricagni) y uno de los únicos quince futbolistas que superaron el gol por partido jugado (el peruano, quizás el mejor de todos los de aquel país, Valeriano López, que se sumó a Bernabé Ferreyra como quemero con tal título). En lo que hace a lo polideportivo, dio comienzo a hockey sobre patines, judo y rugby, y obtuvo mucho prestigio, importantes títulos y representaciones olímpicas en varias disciplinas. Institucionalmente explotó un boom popular: multiplicó la masa societaria como nunca, sellando, en 1942, el triple voto de Huracán en AFA, ingresando así en el selecto grupo oficial de los clubes grandes de Argentina y creando la denominación histórica «Sexto Grande» por condición del orden de llegada. Es, a su vez, el máximo símbolo de la infraestructura edilicia huracanense, ya que gestionó las construcciones de la sede central de Av. Caseros 3159 y el «Palacio Jorge Newbery», que, desde 1967, lleva su nombre. Sin milímetro de duda, es, por tanto, uno de los mejores y máximos referentes de la política huracanada.
Gonzalo Hernán Minici