#HistoriaQuemera ¿Sabías que Newbery fue un símbolo popular del quehacer nacional, deportivo, social e institucional de su tiempo?
Pareciera que Jorge Alejandro Newbery haya vivido mil vidas en una. Y todas de extremada relevancia. Pero no; en la misma logró lo que sólo su ser de primerísima importancia patria.
Fue un (o «el») aviador nacional, aunque sus aires surcados, colmados de compromiso social y fuertes principios de inclusión y prosperidad, mucho tenían de variopintos. En esta primera faceta, se lo considera «el padre de la aviación argentina»: escribió «Aeronáutica», el primer artículo periodístico sobre aviación en el país; poseyó una gran cantidad de récords en la índole susodicha; fue vicepresidente segundo (1908) y presidente (1909-1914) del Aero Club Argentino (ACA), creador y uno de los tres primeros directores de la Escuela Militar de Aviación (primera fuerza aérea militar de América Latina), piloto militar con derecho al emblema, nombrado así por el Ejercito, y artífice y fundador de la Aeronáutica Militar Argentina.
Deportista notabilísimo, se destacó en boxeo, natación, automovilismo, esgrima y remo, entre otras disciplinas. Fue profesor de natación en la Escuela Naval, ganador del primer premio de zambullida a mayor distancia en el Río Luján, de la regata de «clinkers» en 1000 metros de distancia representando a Buenos Aires e integrante del equipo que estableció el récord de velocidad en bote de cuatro remos largos. Campeón sudamericano de esgrima en 1901, también ganó dos certámenes (1905 y 1906) organizados por el Jockey Club de Buenos Aires. Corrió autos, fue maratonista, campeonó en lucha grecorromana, y, principalmente, protagonizó la histórica pelea para determinar la superioridad del boxeo, defendido por él, ante el savate, defendido por Carlos Delcasse, que instaló al arte pugilístico como deporte popular en Argentina. Luego, en éste ganó importantes títulos en 1899, 1902, y 1903. Sin dudas, fue un gran impulsor de la actividad física nacional. Así lo asevera el Premio Konex de Honor que le otorgó la Fundación Konex en 1980 a su figura fallecida por sus aportes a la historia del deporte argentino.
Hombre de ciencia, se recibió como ingeniero electricista habiendo sido alumno de Thomas Edison. Luego ocupó la cátedra de Electrotecnia en la Escuela Industrial de la Nación (posteriormente, Escuela Técnica Otto Krause). Fue vicepresidente de la sección «Transmisión de Fuerza y Luz» y en el Congreso Internacional de Electricidad realizado en la ciudad de Saint Louis, Estados Unidos, presentó su trabajo «Consideraciones generales sobre la municipalización de los servicios de alumbrado», que sería incluido en los Anales de la Sociedad Científica Argentina de los que era escritor habitual.
En cuanto al quehacer institucional, fue funcionario público, Director General de Instalaciones Eléctricas, Mecánicas y Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, jefe de la Compañía Luz y Tracción del Río de la Plata, Director del Servicio de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, estudiante de soluciones para la locomoción y tráfico en el hábitat urbano, escritor de leyes sobre seguridad laboral y, esencialmente, autor del libro científico-industrial «El Petróleo», la primera obra publicada en Argentina sobre la explotación petrolera que estableció el abecé de la riqueza del suelo nacional.
Y fue todo de Huracán.
Gonzalo Hernán Minici