#HistoriaQuemera Nacimiento de Jorge Titonell
Historia Quemera

#HistoriaQuemera Nacimiento de Jorge Titonell

El 30 de septiembre, pero de 1914, vio sus primeras luces Jorge Titonell, un esforzado guardián quemero de las copas nacionales de los años cuarenta.

Sus inicios tuvieron cita en el club Progreso de Lomas de Zamora, donde jugó en quinta división como puntero izquierdo. De allí, escaló a la cuarta de Temperley, hasta llegar a Talleres de Remedios de Escalada, equipo con el que debutó, en 1931, en la máxima categoría del balompié doméstico mutando a la posición de insider derecho y, más adelante, half por aquel sector y el izquierdo. A partir de entonces, su carrera profesional se extendió durante diecisiete años atravesando varias entidades y una fusión futbolística: el mencionado elenco del sur bonaerense, en el que tejió su propia bandera al ser el jugador «Tallarín» con más presencias en Primera División; la «Unión Lanús-Talleres», sólo por 1934; el Globo y el Gasolero, donde únicamente disputó en el ascenso la campaña de 1947 hasta su retiro. Además, participó de una gira internacional de Gimnasia en 1937, otra con Racing en 1938 y defendió los colores patrios. Superó cuatro centenas de enfrentamientos.

En Huracán desembarcó en 1939, preparado para afrontar el contexto futbolístico casi bélico de esos días: aquel de las goleadas abultadas, los duelos aguerridos y la ambición copera. Desde el primer Campeonato, se consolidó como una de las figuras de la «Aplanadora». Pese a su diminuto físico para el puesto de half, sobresalía por su valentía, decisión y resistencia al cansancio. En tiempos de protagonismo blanco y rojo, Ducó en la presidencia, Masantonio, Tucho, Baldonedo y Alberti (entre otros cracks de época), hizo valer su mejor arma: la entrega, siempre bien estimada en La Quema. Con ella brindada al equipo, conquistó las Copas Adrián Escobar 1942 y 1943 y la Competencia Británica de 1944. Vistió las tiras albicelestes de la Selección y, en las sombras de su ir y venir constante por el sector izquierdo de la cancha, dejó un mensaje marcado a fuego durante los 222 partidos en los que lució triunfante la camiseta huracanense hasta 1946: la garra no se negocia.

Gonzalo Hernán Minici