#HistoriaQuemera Homenaje a Horacio Ferrer
Historia Quemera

#HistoriaQuemera Homenaje a Horacio Ferrer

El domingo 21 de diciembre de 2014 dejó de ser viviente la leyenda de Horacio Ferrer. Fue un sembrado poeta, constante compositor, hondo escritor y primerísimo historiador del tango. También fue fundador, y hasta entidad en sí mismo. Pero, por sobre todo, fue «Quemero y tanguero a morir», como siempre se definió.

Nació en Montevideo el 2 de junio de 1933. Ya cuando niño, escribía versos, obras para títeres y milongas que acompañaba con guitarra. Aficionado a varios deportes, de joven estudió ingeniería, arquitectura, dibujo, pintura, teatro y música; se auto-instruyó en filosofía e historia y llegó a secretario de la Universidad de la República, al tiempo que dejaba tinta en el periódico «El Día». Realizó programas radiales sobre tango, además de fundar la revista «Tangueando» y hacer sonar su bandoneón en orquesta. Uruguay conoció sus primeros cuatro libros. En «Romancero canyengue» (sobre poemas) lució su carácter neologista e inició una nueva era para la composición del tango. Mudó su talento a Buenos Aires, donde inmortalizó un dúo increíble con Astor Piazzola, quien lo adoptó como letrista. Juntos estrenaron en 1968 la operita María de Buenos Aires, que luego paseó por veinticinco países, y compusieron más de cuarenta tangos (de los más de doscientos éxitos de Ferrer), incluido «Balada para un loco». El «Duende» por su parte glosó otros once libros, totalizando quince. Entre ellos, «Libro del tango: arte popular de Buenos Aires», una verdadera obra académica y enciclopédica de la historia del género. En 1990, nacionalizado argentino desde 1983 a tono con la vuelta de la democracia al país, creó la Academia Nacional del Tango, que funciona en el Palacio Carlos Gardel (ex Unzué) y cuenta con la Biblioteca, el Liceo Superior y el Museo Mundial del Tango. Desde entonces la presidió hasta su deceso y ésta a su vez fundó otras treinta academias en diferentes países para difundir y estudiar esta música internacionalmente. Asimismo compuso óperas, brindó giras por el orbe y fue clave en la declaración del tango como Patrimonio Intangible de la Humanidad por la UNESCO.

«Soy Quemero por decisión tanguera», explicaba. Es que, para él, Huracán «es tradición porteña. Una suerte de figurín entrañable del club porteño, bohemio, tanguero, fino y atorrante» y hasta «una manera de vivir». Así lo sostuvo con hechos y apego: siempre ligado a la institución, veía partidos desde la platea junto a Baldonedo y Tucho Méndez y participaba de eventos culturales donde desnudaba poemas que escribía ad hoc, teñía la escena de emoción con bellas palabras y recitaba mágicas obras. Por esto, al lado de los tantos premios y medallas que recibió, reposa su Globo de Oro de 1997. En 2013 vivió una memorable cena de honor brindada por la institución. En forma póstuma, el declarado Ciudadano Ilustre que tiene su «Esquina Horacio Ferrer», fue esculpido, honorado por una plaqueta tributaria del club y hasta cuenta con su magno «Salón Horacio Ferrer» en el Palacio Ducó, digno de un hombre que vivió «tangamente» y fue velado a cajón abierto arropado por una bufanda de Huracán.

Gonzalo Hernán Minici