#HistoriaQuemera Homenaje a Arsenio Erico
Huracán es, de alguna manera, un abrazo a Paraguay: por La Quema pasaron veintisiete futbolistas del país guaranítico. Pero, por sobre todos los nombres, destaca uno con tamaña figura como para encimar, por honor, la nómina.
Arsenio Pastor Erico Martínez nació en Asunción el 30 de marzo de 1915. Pese a su surgimiento (1930) en Nacional de su país, club al que volvió en 1942 para campeonar y en el cual se retiró en 1949, el summum de su jugar aconteció en Argentina: es el máximo goleador de la historia del fútbol local con 295 gritos y con Independiente logró dos títulos de liga (los Campeonatos de 1938 y 1939), tres copas nacionales (las Ibarguren de 1938 y 1939 y la Adrián Escobar 1939) y dos internacionales (las rioplatense Copas Aldao de 1938 y 1939). No obstante, después de tanto brillar, su despedida del balompié argentino fue volando desde el Globo de Newbery: corriendo 1947, Huracán tenía una vacante inmensa en el puesto de centrodelantero. No era labor sino faena, para cualquiera sea quien llegara, rellenar el vacío de Masantonio. En 1944 ya lo había hecho Atilio Mellone, compatriota de Arsenio y goleador de la temporada, campeón de la Copa Competencia Británica y deseo no concretado del Real Madrid. Para 1946, el Excelentísimo Señor Don Alfredo Di Stéfano, sin más que decir para darle lugar al pasmo. Entonces, los quemeros acudieron nada menos que al de mejor currículum vitae que pudieron encontrar en todos los tiempos: el ya por entonces y a hoy consagrado mayor artillero de la máxima categoría argentina.
El fenómeno fue sensación. El paso, aunque efímero, emoción y eternidad: tras un infierno de gloria en Independiente, el «Paraguayo de Oro» escogió Quema como ocaso en Argentina. A su presentación, el 20 de abril en el Viejo Gasómetro (el Ducó, construyéndose), acudió una multitud de alrededor de 70 000 almas huracanadas en lo que resultó un encuentro con récord de recaudación y entradas vendidas. El elenco local vapuleó a Atlanta 4-0, aunque su carta maestra no fue la de ningún tanto. De hecho, para toda sorpresa, el «Semidiós» sólo dejó ver sombras de su deidad: en sus apenas siete partidos, increíblemente no marcó para la escudería de Patricios. Eso sí: los Patricios guarecieron por siempre su memoria. Tanto así que, por expreso pedido suyo en vida, sus cenizas pasaron por el estadio huracanense en muerte.
Tras aquel adiós fechado el 23 de julio de 1977, Erico es, tanto para la FIFA como para la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS en sus siglas en inglés), el mejor futbolista paraguayo de todos los tiempos. Asimismo, teniendo en cuenta la lista de mejores futbolistas sudamericanos del siglo XX publicada por la segunda federación mencionada en 2004, Arsenio aparece octavo con cuarenta y dos puntos. Todos se lleva en el Huracán de los vientos paraguayos.
Gonzalo Hernán Minici