#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, Víctor Hugo Delgado!
Huracán es sinónimo de historia, grandeza y valores, entre otras palabras y la inefabilidad misma. Pero, saliendo de este último concepto, se puede decir que uno de los valores altos de su historia de grandeza, fueron sus enormes jugadores. En este tren entra Víctor Hugo Delgado, nacido en Corrientes el 12 de marzo de 1968.
Al año de vida se mudó a Villa Fiorito, en Buenos Aires. Zurdo, habilidoso y amagador, se inició en la cantera de Argentinos Juniors, casi calcando la infancia de un tal Diego Armando Maradona. Allí permaneció un año, hasta que subió al Globo de Newbery a los diez, como buen «10» que fue, como buen «10» con el que coincidió inicio. Cuando estaba por cumplir diecisiete veranos, Ángel Cappa lo llevó a la pretemporada junto al plantel profesional, lo analizó en un amistoso, y decidió que el volante/delantero por izquierda debute con la «11» el 19 de julio de 1986. Ese fue el primero de sus 134 partidos en el club, en dos etapas: en la primera, fue una de las claves del retorno de 1990, en trío ofensivo y protagónico con Mohamed y Saturno. En el medio, corría el calendario de 1991 cuando migró a Grecia. En la tierra de la filosofía occidental, se desempeñó un año en OFI Creta, otro en el Panathinaikos y uno y medio más en el primero, para volver a la tierra de su filosofía propia: Huracán. De 1993 a 1995 no paró de deleitar a arrabaleros porteños de corazón. Incluso, de la mano de Cúper, acarició la gloria en el Clausura 94′, cuando con Morales y Pineda como socios fue una de las grandes piezas de ese elenco. Es recordado el gol maradoniano que le convirtió a Deportivo Español ese mismo torneo: a los 14′ tomó la esfera casi en mitad de cancha, comenzó una exquisita apilada mágica que tuvo como víctimas a Castillo, Batista y Vargas, convertidos en postes, y definió ante la salida doble entre el arquero y un defensor rival. La «10» en la espalda, la melena, la gambeta y su zurda, habrán hecho recordar nuevamente su crianza en Fiorito y primeros pasos en el club de La Paternal. Luego, Delgadito (en mixtura física y apellidadora), pasó por Talleres, Banfield, Cruz Azul (México), Tigre y Huracán de San Rafael. El final de su carrera (2000) en una entidad homóloga fue lo más cercano a su deseo: quiso volver a su casa blanca y roja; al no poder hacerlo, colgó botines.
Tras su retiro, puso una escuelita de fútbol en Brasil y Jujuy y, desde hace más de una década, trabaja en las inferiores del club. Supo llevar, entre otros, al Kaku Romero Gamarra. Tiempo antes, los dorsales «9», «10» y «11» del team mayor. Y así es recordado: jugador de, en malas, nueve puntos; comúnmente, diez, y, a veces, once.
Gonzalo Hernán Minici