#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, “Toti” Iglesias!
Historia Quemera

#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, “Toti” Iglesias!

El sexto día del tercer mes de 1957 nació José Raúl Iglesias en Buenos Aires. Todos lo conocen por su apodo. Y por sus goles, por supuesto.

Sin descollar en lo técnico (según él), en realidad, era un técnico del área: la mayoría de sus tantos lo encontraban dentro de ésta, su ecosistema connatural y naturalizado. Oportunista, intuitivo, rápido y frío era el cóctel con el que preparaba su mejor trago: la definición. A sumar: su buen cabezazo. Cuando niño lo apodaban «Artimito», por su ídolo de entonces, Luis Artime. Cuando profesional, «Toti», por su parecido físico con Carlos Veglio. Pero al segundo mote le faltaba un agregado a lo Batistuta, que luego encontraría en Huracán.

De 1976 a 1991 jugó en quince clubes, en un tiempo de infrecuente tamaña cantidad de traspasos. Compartió prácticas con los holandeses Cruyff y Neeskens en España. Fue querido en el país europeo, lo sabrá el Huelva en sólo cinco fundamentales cotejos, y más en Argentina, donde superó los cien goles en Primera División a lo largo y ancho de diez equipos. Sarmiento lo ama: lo ascendió a la máxima categoría, es un histórico y la Ciudad Deportiva lleva su nombre. En Racing, es ídolo indiscutido y ganó la Supercopa Sudamericana 1988. Pero fue en Huracán donde más voló: en la temporada 1986-1987 convirtió 36 goles en 37 partidos. Era descomunal: una marca tras otra. El relator Juan Carlos Morales lo gritó: «Toti-gol». Y La Quema lo inmortalizó en canto: «Preste mucha atención, preste mucha atención, no es Perazzo ni Funes, este es el Toti, el Toti-gol». En el medio de la sinfonía, casi bailando, el delantero recreaba una alocada vuelta carnero en el aire, dejando desprolijo su corte estilo «cubanito» que empezaban a copiar los jóvenes fanáticos. Fue la feliz escena repetida del Globo durante dos años, 60 juegos y 47 explosiones de gargantas. Casi una más de rabona. Luego, llegó la oferta del club académico: «Racing compró al rey del gol», tituló la producción de El Gráfico que lo vistió a capa y corona.

Hijo de un orensano y una madre que lo crió a puro sacrificio, respetuoso (aunque impulsivo con los árbitros) y respetado en el ámbito futbolístico, y admirador de la motivación de Basile y la táctica de Cappa, luego del retiro dirigió, tuvo una pizzería, paradas de diarios, fue docente en el Círculo de Periodistas Deportivos y representó a jugadores y un técnico. Huracán celebra hoy al máximo artillero de la década del 80′. Y, en este «hoy», aún siguen latentes sus «Totigoles».

 Gonzalo Hernán Minici