#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, Héctor Cúper!
Huracán, a poco de la centésimo novena luz de vida de su reorganización fundacional, enciende las propias al recuerdo de un nombre y un hombre: Héctor Raúl Cúper. Nacido en el urbe santafesino de Chabás hace hoy sesenta y dos años, el hombre es abrazado en distintas coordenadas geográficas. El nombre, es una larga consecuencia.
Emprendió andar en Ferro, donde se hizo de un pedestal a puro esmero: en Caballito, se erigió como prócer ganando los dos históricos Campeonatos del palmarés verdolaga en 1982 y 1984. Allí, desde 1976 (salvo un lapso escueto en Independiente de Mendoza), libró más de cuatrocientas batallas. Luego, con toda la experiencia a cuestas, el «Cabezón» se subió al Globo para despegar del terreno impropio que ofrecía el calendario de 1989. Y cumplió: en 1990, con gran liderazgo defensivo y el número 2 en la espalda, fue el capitán del regreso a la única orilla que le cabe al elenco de Patricios: Primera División. Dos años más tarde, escogió casa blanca y roja para su retiro tras 132 juegos y 8 goles, aunque siguió enrolado en el club desde el banquillo de entrenador. Bajo su magisterio, La Quema recobraba protagonismo, al punto que llegó a acariciar la gloria del torneo Clausura de 1994, Campeonato que se escapó con impiadosas casualidades: el duelo final se disputó contra el segundo en su cancha y, luego de ese certamen, los valores en puntos de los cotejos ganados pasaron de 2 a 3, elemento que hubiera permitido la celebración Quemera poco antes.
Su trayectoria directiva es vasta por demás. Señor de latitudes, condujo once cuadros de América, Europa y Asia, más los seleccionados de Georgia y Egipto (equipo actual). Es técnico de élite, especialista en explotar los caudales de cada conjunto, por abundantes o modestos que sean. Así construyó grandes campañas en el tiempo. Con ellas, la primera consagración de Lanús y las mejores páginas del Mallorca, entre otras. Sin embargo, su carrera se ve hastiada por el estigma de una fortuna esquiva: aunque gritó campeón tres veces, en ocho oportunidades quedó a un paso de los lauros. Claro, no sin haber sembrado el camino; como el que estos días hace retumbar su apellido en el mundo árabe, tras clasificar a «los Faraones» del delta del Nilo al Mundial de Rusia 2018 después de veintiocho años de aridez.
Gonzalo Hernán Minici