#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, Fernando Moner!
Historia Quemera

#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, Fernando Moner!

El 30 de diciembre de 1967 nació en Mercedes un curioso personaje apegado a los colores blanco y rojo desde distintas banderas: la de Huracán, máxime casa balompédica en Argentina, y la de su segunda nación, Japón. Fernando Daniel Moner, aquel hombre que supo cambiar el reojo por la aceptación general del Globo.

Defensor, se probó en el Parque de los Patricios, pero no fue tenido en cuenta (aunque en su futuro quebró ese destino); en forma paradojal, sí quedó en San Lorenzo, equipo desde el que llegó a mayores en 1986, año de vuelos muy difíciles para el aerostato de Jorge Newbery. Hasta 1988 defendió Boedo. Entonces, empacó y voló a un fútbol lejano: el nipón. Lo contrató la aerolínea All Nippon Airways (ANA) para jugar en el Yokohama (club a ésta vinculado), donde permaneció, bien asalariado y compañero de jugadores aficionados, entre llamadas a distancias, prácticas de 14:00hs. a 16:00hs., y la comida de cocina argentina preparada especialmente para él por la mujer del entrenador, hasta el deseo del Atlético Madrid de España, donde cumplió entre 1991 y 1993 y ganó una Copa del Rey (1992). En un pronto después, su antiguo club asiático, ya llamado Yokohama Flügels, se transformó en uno de los fundadores de la liga profesional japonesa, por lo que retornó en 1993. Para esa vuelta a Oriente, se bañó en la cultura del país: aprendió el idioma, adaptó el paladar y hasta fue el rostro de programas televisivos con documentales sobre Buenos Aires. Asimismo, campeonó en la Copa del Emperador de 1993. Todo hasta 1994.

Volvió a su suelo madre y, tras un viaje por Atlético Tucumán (1994-1996), Platense (1996-1998) y Unión (1998-1999), llegó a la madre de sus entidades argentinas: La Quema, 1999. Tuvo un inicio resistido; había debutado en la contra. Pero, a base de talento, se ganó un puesto obligado en el esquema titular. Entre sus proyecciones al ataque con final feliz, su instinto agresivo para el marcaje y su benemérita pegada en la pelota parada, tuvo tres años bien recordados. Ya en el primero, devolvió al Globo a su categoría correspondiente (2000). El resto, no dejó de destacarse. Aún se festeja su gol de taco en un clásico en Avellaneda ante Independiente con suspensión por incidentes en la tribuna local tras la goleada quemera (0-4). Aún sus misiles teledirigidos al arco en los tiros libres. Precisión y potencia. Entrega. 85 juegos y 6 gritos.

En 2002 cerró su periplo y carrera entre la mejor tecnología del mundo: en Yokohama FC, creado en 1999 por los aficionados de su equipo de siempre tras ser el mismo fusionado con su clásico rival, el Yokohama Marinos, en 1998, dijo «adiós» al balompié. Luego se dedicó al periodismo, haciendo de nexo entre Argentina y Japón.

En el orbe huracanense, triunfó: superó ese estigma inaugural y se ganó el respeto merecido. Por eso, es un embajador propio a los pies del monte Fuji. El «Pelado» (entre otros grandes).

Gonzalo Hernán Minici