#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, Estadio Ducó!
Este «hoy» no puede ni debe pasar desapercibido. Muy por el contrario, es una jornada que invita y obliga a una remembranza profunda y sentida. También, a una reflexión cargada de un simbolismo propio que funde parte del abecé cultural Huracanense: se cumplen 70 años de la inauguración del Estadio «Palacio» Tomás Adolfo Ducó, la casa por excelencia de todo el Pueblo Quemero.
El 23 de abril de 1939 la Comisión Directiva del club adquirió el predio donde, desde 1924, el humo de La Quema se fundaba con la elegancia de los fanáticos de aquel tiempo, concurrentes del antiguo estadio de madera. Dos años después, durante 1941, se colocó la piedra fundamental y comenzó la construcción de la que, para la época, se trataría de una de las canchas más modernas y dotadas de comodidades, a cargo de los arquitectos Curuchet, Giraldez y Olivera. Ya en 1943, se presentó una maqueta y detalles técnicos del gran estadio y, el 10 de agosto de aquella añada, empezaron a levantarse las tribunas. El proyecto era totalmente faraónico: estaban creando un gigante de cemento preparado para albergar a 116.000 espectadores. La prensa de ese momento lo rotulaba como el futuro «Estadio de América». E izando esa bandera se encontraba toda la falange escudada y distinguida por un Globo: miles de asociados aportaron sus granos de arena (tan literal como metafóricamente), bolsas de cemento, ladrillos, y otras «células» para alimentar al embrión que Huracán estaba originando en los arrabales de Parque Patricios, en un episodio comunitario que involucró a todos.
Finalmente, tras casi seis años de edificación, el domingo 7 de septiembre de 1947 este «Coliseo» del sur porteño abrió sus puertas para ser escenario de un clásico que arrastraba rivalidad desde la gloriosa década del veinte: Huracán – Boca, los dos más ganadores desde la orilla argentina de aquel inmejorable fútbol rioplatense. Fue una verdadera fiesta de las masas, que colmaron de Quemeros cada rincón del viejo «nuevo» recinto. Pasillos, escaleras, tribunas y plateas. Todo era un mar de gente. Incluso, hasta los techos de las antiguas cabinas de transmisión de la Tribuna (hoy platea) Miravé. Se vivió una fiebre popular blanca y roja como nunca antes. Es que, pese a saber del carácter polifacético que da vida a una entidad social y deportiva con implicancias de diversas índoles como lo es el Globo, hay un concepto que el inconsciente colectivo lo debe tener bastante claro: el corazón de Huracán no late en el mármol de la sede, sino en el césped del Palacio Ducó. El resultado del cruce deportivo no hizo más que terminar de animar la celebración: fue un aguerrido 4 a 3 a favor de los locales. Los más que nunca bien llamados «locales»…
Hoy La Quema levanta una copa a su salud y se sitúa en su imaginario en una única dirección que es mucho más que eso: Avenida Amancio Alcorta 2570. Los amantes del Globo lo saben bien, celebran su lugar en el mundo.
Gonzalo Minici