#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, «Coco» Basile!
Historia Quemera

#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, «Coco» Basile!

En este día de festejo huracanense, también cumple años uno de los personajes más emblemáticos del fútbol argentino. Alfredo Rubén Basile, Alfio, o simplemente Coco, nació el 1 de noviembre de 1943. El Globo lo celebra especialmente, y no por una coincidencia fechable a origen natal, sino por otras con sabor a gloria…

Arribó a Parque de los Patricios en 1971 desde Racing, con el eco de los aplausos retumbando en sus oídos y el caer de los lauros acariciando su espalda demasiado latentes. Pero fue antes, y no muy poco, cuando empezó a formarse en el arte de los gajos pentagonales: sus primeras pelotas las pateó de chico, en su Bahía Blanca natal, antes de mudarse a la capital porteña y debutar en el club de Avellaneda en 1964. Luego de un Campeonato, una Libertadores y una Intercontinental conseguidas en «El equipo de José», llegó consagrado al club, con la expectativa que eso generaba. Y demostró que su altura concordaba con la del vuelo del aerostato quemero: se adueñó del fondo del campo a base de imponente presencia, riguroso temperamento, firme solidez y un inconfundible grito que ordenaba hasta a los jugadores más alocados (incluso, a uno de apellido Houseman). Formó una exitosa dupla con Buglione que fue fundamental para alcanzar el Campeonato de 1973, al tiempo que la tribuna local lo reconocía a palma roja y coro de «¡Ba-Basile, Ba-Basile!»; melodía que escuchó hasta 1975, cuando, cumplidas sus 104 presencias y 4 goles, las lesiones en sus rodillas lo obligaron al adiós. Fue un respetado líder dentro y fuera de la cancha. Los de aquel elenco mágico aún recordarán el olor de sus asados, cuando le decían «Manija».

Tras su lograda trayectoria, se dedicó a la dirección técnica con igual notabilidad: operó en once clubes argentinos (Huracán uno, en 1982) más otros tres de Uruguay, España y México. Pero, sobre todo, llevó su peculiar vozarrón ronco a la historia de la Selección: logró las Copas América 1991 (con Mohamed convocado) y 1993 (última de Argentina), siendo, junto a los uruguayos Fígoli y Corazzo, el segundo entrenador más triunfante de dicha competencia absoluta, atrás del hexacampeón Stábile, hijo pródigo de La Quema. También ganó la Copa Confederaciones 1992 y la Artemio Franchi 1993. Aunque existe algo que nunca debió, pudo, deberá ni podrá obtener: olvido.

Gonzalo Hernán Minici