#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, Claudio Martín Cabrera!
Historia Quemera

#HistoriaQuemera ¡Feliz cumpleaños, Claudio Martín Cabrera!

Esta efeméride juega a ser casi un capítulo de otra sección ficticia de Historia Quemera: los «5» en el recuerdo. Es que, el 20 de noviembre de 1963, nació en Buenos Aires (huracanados también) uno de los centrocampistas que mejor navegaron el aerostato más balompédico y hermoso de todos: Claudio Martín Cabrera, ese abrazo perfecto entre garra y juego apodado «Cacho».

Inició el andar de su carrera profesional en River y en 1981. Quiso el destino brindarle un peculiar habitáculo para ese precioso momento personal, que, sin saberlo, lo acercaba mucho a su futuro más cercano: el Palacio Ducó lo acogió en ese duelo de bautismo ante Chicago. Fue millonario hasta 1984, cuando llegó al centro del campo huracanense. Era, muy ciertamente, un luchador elegante. Lograba la complexa mixtura entre una gran habilidad y una voluntad tan inquebrantable como aguerrida, ideal para su puesto puesto y, por supuesto, impuesto (por impuestos de su magia). Contaba con un manejo de balón distinguido, que lució con Globo en pecho hasta 1986, año tan doloroso para el Parque y sus alrededores, de Pompeya hasta el último rincón del globo habitado por un Huracán o un quemero. Hasta entonces, libró 59 batallas y gritó 7 goles para Patricios. Prosiguió en Vélez (1986-1990), donde encontró la llave de la Selección Argentina por segunda vez campeona del mundo, que pudo encuadrar sus maravillosas cualidades. Hasta el golpe: en 1988 se destrozó el ligamento de una de sus rodillas; con éste, una carrera asombrosa y ascendente.

Tuvo «después» en Argentinos Juniors (1990-1991) y Boca (1991-1992), aunque, sobre todo, en el quirófano. Peleador en campo, también lo fue de esta grave lesión: fue sometido a quince operaciones. Cuentan voces que hasta el día de su casamiento fue intervenido en forma quirúrgica. Pero ganó: tras poco menos que un lustro, el 11 de diciembre de 1996 volvió a los pagos de las categorías mayores, cuando Almagro superó por 3-2 a Godoy Cruz. Le ganó a su retiro obligado y lo cambió por uno elegido.

En La Quema ganó antes: ganó respeto, ganó aplausos, ganó idilio. Ganó tanto que en 1998 compartió una nota sobre el Globo junto a Houseman, Baldonedo y Avallay, figuras sin tiempo. Ganó la presente memoria. Ganó un olvido imposible.

Gonzalo Hernán Minici