#HistoriaQuemera Debut de Herminio Masantonio
Historia Quemera

#HistoriaQuemera Debut de Herminio Masantonio

La historia del «Huracán Herminio» es eviterna: tiene principio, pero no final. Narrar, entonces, el comienzo (o los) de esa relación entre el rey y el reino es, en parte, seguir brindando por el homenaje de su eternidad.

Masantonio nació en Ensenada el 5 de agosto de 1910 con raíces que inmigraron desde Italia, y ese podría ser un primer punto de partida. Como segunda premisa, al llegar los años treinta, Tomás Adolfo Ducó fue su veedor y le abrió la cesta del Globo de Newbery. Lo cierto es que, la primer página de la leyenda en sí, está fechada el 31 de mayo de 1931. Aquel domingo un Huracán arrasó los cielos de Quilmes y el hoy mito y entonces joven centrodelantero debutante de veinte años, dejó a los protagonistas de todas las mitologías, creencias y religiones con la boca abierta bajo su carta de presentación. El «minuto 29» quedó marcado para siempre y hasta podría ser el título de algún libro o película que lo siga celebrando: en ese instante tan eterno, el «Guapo» gritó su primer gol. Primero de Huracán en la era rentada, que acababa de aterrizar en el fútbol argentino; primero de tantos (270) que en el club le significaron un pedestal alto como las torres de la Platea Miravé, donde a pocos metros protege entronizado desde su sector del Palacio. Poco después, a los 57′, coronaría su segunda estocada propia y la final del juego. Sumando el tanto de Propato y el que marcó en contra José Enríquez, el Globo, que goleó 4-0 de visitante, obtuvo el mejor arranque del Campeonato de aquella añada. Y Masa, el «Dios de los Goles Quemeros», durante el inicial de sus 366 encuentros huracanados que lo ubican como segundo jugador en la lista de presencias, pese a ser el hombre de más presencia en la historia huracanense, abrió las puertas de la era de Huracán que él mismo apellidó. Según sus propias palabras: «esa tarde marqué el gol más formidable de mi vida. Tomé la ball en el centro del campo de juego. Sorteé al half izquierdo, al centrohalf y a los dos backs. Rematé con tanta fuerza que no sólo el goalkeeper no alcanzó a divisar la trayectoria de la pelota, sino que muchos sólo oyeron un tremendo pelotazo en uno de los postes y nada más», relató. Sus diez privilegiados compañeros de jornada fueron: Molteni; Settis y Alberti; Federici, Villar e Iglesias; Propato, Arzeni, Pérez y Ferraro. Empero, es todo de todo Huracán el privilegio del momento en que el longánimo, susano, mirífico y, en definitiva, inefable goleador, empuñó el cetro para siempre.

Gonzalo Hernán Minici