#HistoriaQuemera Aniversario de Adolfo Pedernera
Historia Quemera

#HistoriaQuemera Aniversario de Adolfo Pedernera

Los libros de historia quemera se abren hoy en honor a uno de los argentinos más agraciados en materia de fútbol. El 15 de noviembre de 1918, Avellaneda fue cuna de una cuna de magia, resplandor y gloria, que supo pisar el césped palacial del Ducó y ocupar la banca técnica de Patricios: «el Maestro» Adolfo Pedernera.

Su maestrazgo era un arte de visto claro; de allí, su apodo. Delantero ambidextro huracanense desde la cantera, pasó de ésta (la del Globo) a las inferiores de River, club que le terminó abriendo las puertas del debut en mayores en 1935. Durante más de diez años y menos de doce, hasta 1946 carburó cada mecanismo, accionó todo motor y engranó cualquier pieza de «La Máquina», logrando una notoriedad sin techo. Fue la estrella de Atlanta en 1947, al tiempo que por el Parque dejó huella un tal Arsenio Erico, y escribió su «después» en Huracán, la casa mayor de sus pasiones. Tras una pareja de años (1948-1949) sin olvido, viajó a hacerse inolvidable en tierra cafetera: la huelga lo migró a Colombia, donde, desde Millonarios, fue pura gala del «Ballet Azul», una de las piezas más clásicas de la historia del fútbol todo, con tinte máxime huracanado; a su lado, otros cuatro gigantes con vuelo en el aerostato de Newbery: Alfredo Di Stéfano, Néstor Rossi, Hugo Reyes y el paraguayo Julio Ramírez. Glorió, glorió y volvió a su única dirección en brújula, el elenco ranero, que siempre imperó en su corazón. La institución de La Quema fue a la única a la que retornó en su excelsa carrera con botines (1954). En aquella realidad blanca y roja con sombra de antaño verde, encontró retiro… Y encontró comienzo: en la misma añada en la que se despidió de los adentros de las canchas, inició andar en la dirección técnica, también en Huracán, a donde regresó en dos oportunidades futuras: 1956-1957 y 1970 (único habitáculo al que giró en más de una vez). También fue entrenador de Nacional (Uruguay, 1955), Gimnasia (1955 y 1962), América de Cali (Colombia, 1960), la Selección de fútbol de Colombia (1961-1962), Boca (1966-1967), Quilmes (1968), Independiente (1969), Talleres (1975) y Banfield (1976).

Nunca ajeno a lo patrio, paralelamente en la Selección Argentina siempre fue un as bajo la manga del magnánimo Guillermo Stábile: bajo su magistratura campeonó en las Copas América de 1941, 1945 y 1946. Ya retirado del campo, fue director del combinado nacional en 1969.

Mucho supo de conquistas. Tanto, que lo llegaron a rotular «Napoleón». Sembró veintidós títulos absolutos. Los restantes a los tres Sudamericanos mencionados fueron en River (catorce) y Millonarios (cinco).

Cerró los ojos por última vez el 12 de mayo de 1995. Años luego de su fallecer, en 2004, la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS en sus siglas en inglés) publicó la lista de los mejores futbolistas sudamericanos del siglo XX, y, sin sorpresas, esta bestia balompédica que cabe en todos los calendarios ocupó el 12º puesto. Puesto, también en esta nómina, un eterno Globo como estampa en su pecho.

Gonzalo Hernán Minici.