¡Feliz cumple, Ringo!

¡Feliz cumple, Ringo!

Este 25 de septiembre, Oscar Natalio Bonavena cumpliría 79 años.

Nos cuesta imaginarlo con esa edad. Para nosotros siempre será ese muchacho, apenas treintañero, bonachón y amiguero, eternamente bromista, seguro de sí mismo, que creó un personaje a su medida y tuvo un romance con el Globo y con la Quema.

Una vez le preguntaron al irlandés Finbar Patrick “Barry” McGuigan, quien fuera campeón mundial del peso pluma, qué lo había llevado a ser boxeador. “Me hice boxeador porque no sabía escribir poemas”, dijo con una sonrisa. Posiblemente alguien le habrá hecho esa pregunta a Ringo. No sabemos qué respondió, pero seguro que al toque debió tener una salida como la de “Barry” al cual apodaron “El Ciclón de Clones”.

Para los huracanenses es el hincha más famoso, el que llegó con sus pies planos al Gimnasio de Huracán allá por 1958, tiempos en los que el boxeo vivía sus años dorados. Eran tiempos en que trabajaba en una carnicería de la calle Fernández de la Cruz al 1000 y le gustaba decir que era “el más guapo de la tribuna de Huracán”. Fueron los hermanos Juan y Bautista Rago quienes lo recibieron, lo había llevado José María Gutiérrez, un pibe que era pupilo de los Rago y ellos lo recuerdan a Ringo como “un muchacho de muy buen físico, que hacía muchos fierros y le gustaba un poco la broma”.

Su romance con el Globo tuvo una fecha a partir de la cual quedó sellado para siempre: fue el 5 de septiembre de 1965. El sábado anterior a ese domingo en el Luna Park, Bonavena ganó el título argentino de los pesados derrotando a “Goyo” Peralta. Récord de público, enorme expectativa, la mayoría de los espectadores fueron a ver ganar a Peralta, pero ganó Ringo en medio de la algarabía de hinchas de Huracán y también de San Lorenzo que fueron a alentarlo.

Eufórico y ostentando el cinturón de campeón, al día siguiente Ringo lo invitó a Goyo a comer los famosos ravioles de Doña Dominga. Goyo no fue, pero sí lo hicieron muchos periodistas con los cuales a la tarde fue al Ducó donde se jugaba entre “Cuervos” y “Quemeros” el clásico de barrio más grande del mundo. Allí posó con el equipo de Huracán, con la misma euforia y el mismo cinturón que la noche anterior había lucido en el ring, mientras que de la popular local bajaba por primera vez ese canto que no envejece, ese canto que dice que somos del barrio de Ringo Bonavena.

NESTOR VICENTE